Hay un momento en la película de Charles Chaplin “Tiempos Modernos” en el que vemos a éste genio del cine en una cadena de producción, escena que se convirtió al instante en clásica. En esta escena, Chaplin se afana en apretar unas tuercas que pasan rápidamente por una cinta imparable. Sintiéndose incapaz de finalizar su tarea a tiempo (la cinta va muy rápido) acaba literalmente devorado por la gran máquina que lo engulle.
Para mi esta escena representa la incapacidad de asimilar todo lo que viene de forma incesante.
Hoy, la tecnología empuja de forma muy violenta el futuro hacia el presente. Y del mismo modo, la distancia entre el presente y el pasado es cada vez más grande. La forma en la que los consumidores adoptan nuevas tecnologías, nuevos hábitos de consumo o transforman las reglas del juego (si eres taxista o hotelero sabes de lo que hablo) es casi obscena. No hay piedad para nada ni para nadie. El comercio tradicional se va al garete. Grandes sectores tiemblan porque ven su realidad transformarse muy a pesar suyo. Y en este contexto, sólo algunos tienen la capacidad de “verlas venir”. Los que son capaces de imaginarse una realidad que no existe, que todavía no ha llegado, son los que consiguen avanzarse y encontrar soluciones a problemas que todavía no lo son. Son los que han decidido instalarse mentalmente en el futuro. Y que a veces vuelven al presente para contarlo.
Hoy la creatividad debe ser exponencial. Por la simple razón de que la vida lo es. Nuestra profesión lo es. Y los cambios en el consumidor también lo son. La innovación se ha convertido en una pieza esencial, tanto para los departamentos de marketing como para las agencias de comunicación.
Aquí van 4 claves para asomar la cabeza a un futuro inmediato:
Es un momento apasionante. Un momento para pensar a lo grande. Es un momento, sobre todo, en el que la creatividad será más relevante que nunca. Y lo será todavía más. De una forma exponencial.
© Bernat Sanromà