12 Dec
12Dec

La sociedad en la que vivimos adolece de muchas cosas. Tantas que, en realidad, no cuesta mucho identificarlas. Mires donde mires hay una oportunidad para llevarse las manos a la cabeza de lo mal que lo estamos haciendo entre todos. Ecología, vida familiar, salud, nutrición, movilidad... todo pasa delante nuestro y pocos son los que le ponen remedio. Los que se llenan la boca con grandes palabras se cuentan por docenas, pero las marcas que bajan al barro y se ensucian, de esas hay bastantes menos.

Hoy me he fijado en tres de ellas, tres de las que se toman en serio eso de formar parte de la solución.

Por una parte la marca de chocolates Trapa nos cuenta cómo no sólo eliminaron el aceite de palma de sus productos, sino que además, fueron hasta las selvas que están sufriendo grandes deforestaciones para denunciar los hechos, para poner toda su energía en llamar la atención acerca del problema.

Otra marca que ha sorprendido recientemente ha sido Ferrovial. Uno de los monstruos de la gestión mundial de infraestructuras que utiliza todo su potencial para devolver la esperanza a poblaciones que lo perdieron todo. Y además con una novela gráfica para contar la historia a todos los públicos.

La última marca que me ha llamado la atención ha sido Ruavieja, que gracias a una sencilla web nos permite saber cuánto tiempo nos queda por compartir con todos aquellos a los que vemos poco. La cifra es sobrecogedora, y con ella, consiguen que reflexionemos acerca de cómo se nos escapa el tiempo en chorradas.

Tres ejemplos que nos lanzan una luz de esperanza hacia la buena dirección. Hacia el día en el que las marcas empiecen a entender que esto va de hacer más y hablar menos. De creernos entre todos que el cambio es posible.